domingo, 7 de agosto de 2011

De fortaleza a cárcel pública

La fortaleza islámica de Cadrete (identificada por Juan Antonio Souto Lasala y Federico Corriente con una posible Qadrit) construida en el siglo X evolucionó, como todo edificio de estas características, con las necesidades de sus propietarios. Aunque no tenemos datos documentales, durante los siglos XII y XIII el rey de Aragón debió utilizar la fortaleza como protección de la ciudad de Zaragoza y su entrada por el valle del Huerva. Para ello, el rey nombraría entre sus súbditos a los tenentes que se ocuparían del castillo y seguramente las reformas del edificio serían mínimas. A finales del siglo XIII el castillo y el lugar de Cadrete fueron vendidos por el rey a uno de sus nobles y desde entonces el castillo cambió de propietario y, seguramente, también necesitó reformas para convertirse en residencia habitual. Su primer señor, Juan Zapata, no vivió en el castillo. Su hijo, Miguel Pérez Zapata, tuvo una vida demasiado azarosa para tener una residencial habitual en el valle del Ebro, aunque hizo su testamento en Cuarte, otra de sus posesiones. Sin embargo, Rodrigo Zapata, la tercera generación de Zapatas de Cadret, cerró su testamento en Cadrete y muchos de sus sirvientes eran también de allí. Fundó una capilla en el castillo y mandó que se enterrara allí si había problemas con su sepultura en el monasterio de Santa Fe. Efectivamente hubo un enfrentamiento entre el abad de Santa Fe y siguiente el señor temporal del castillo y lugar de Cadrete, Blasco Aznárez de Borau, que tras morir sin descendencia el primogénito de Rodrigo Zapata, había adquirido Cadrete por un tiempo limitado de 25 años, de 1368 a 1393. Blasco Aznárez fue el maestro de obras de la Aljafería durante las principales reformas que el rey Pedro IV realizó en el palacio pero nada sabemos de su intervención en Cadrete, que pudo ser meramente recaudatoria. El monasterio de Santa Fe, como heredero universal, se cansó de esperar en 1390 y reclamó sus derechos sobre el señorío de Cadrete y parece que lo consiguió. Los comienzos del monasterio de Santa Fe fueron duros y la fortaleza que adquirió con el señorío pasó a un segundo plano. No obstante, a principios del siglo XVI el castillo de Cadrete había sido reformado por completo y era capaz de acoger a toda la congregación de monjes de manera temporal. También era utilizado como cárcel pública y ésta sería su última función hasta su abandono total a comienzos del siglo XVII.  

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